La República aristocrática
La República
aristocrática comenzó con la popular "revolución de 1895," liderada
por el carismático e irreprimible José Nicolás de Piérola (1895-99).
Él derrocó a la
cada vez más dictatorial Cáceres, quien había ganado la Presidencia nuevamente
en 1894, después de haber colocado a su amiguista Coronel Remigio Morales
Bermúdez (1890-94) en el poder en 1890. Piérola, una figura patriarcal y aristocrática,
le gustaba decir que "cuando las personas están en peligro, vienen a
mí." A pesar de que él había ganado la enemistad intensa de los
civilistas contestó en 1869 cuando, como Ministro de Finanzas en el Gobierno de
Balta, había trasladado el guano lucrativo envío contrato a la empresa
extranjera de Dreyfus and Company de París, ahora logró forjar una alianza con
sus antiguos adversarios. Esto comenzó un período conocido como la
República aristocrática (1895-1914), durante el cual Perú se caracterizó por la
relativa armonía política y crecimiento económico y modernización, pero también
por el cambio social y político.
Desde las ruinas de la
guerra del Pacífico, nuevas élites han surgido a lo largo de la costa y
formaron para formar una poderosa oligarquía, basada en el resurgimiento de
azúcar, algodón y las exportaciones mineras, así como la reinserción del Perú
en la economía internacional. Su expresión política fue el partido
Civilista reconstituido, que había revivido su programa antimilitary y proexport
durante el período de intensa desilusión nacional e introspección que siguió a
su derrota en la guerra. Por el momento el término de sucesor de Piérola,
Eduardo López de Romaña (1899-1903), llegó a su fin, los civilistas contestó
hábilmente había conseguido hacerse con el control del proceso electoral
nacional y procedió a elegir su propio candidato y partido líder, el astuto
Manuel Candamo (1903-1904), a la Presidencia. Posteriormente, controlaban
prácticamente la Presidencia hasta la primera guerra mundial, aunque Candamo
murió pocos meses después de asumir la Oficina. Elecciones, sin embargo,
fueron restringidas, sujeto a estricta propiedad y calificaciones de
alfabetización y a menudo manipulación por el régimen Civilista titular.
Los civilistas contestó
fueron los arquitectos del crecimiento económico y estabilidad política sin
precedentes, pero también poner en marcha cambios sociales profundos que
alterarían, en el tiempo, el panorama político. Con el avance gradual del
capitalismo de exportación, campesinos emigraron y se convirtió en proletarios,
trabajaba en enclaves industriales que surgieron no sólo en Lima, sino en las
zonas del campo, así. Las haciendas tradicionales y complejos de la
minería en pequeña escala que podrían estar conectados al mercado internacional
dieron forma cada vez más a las plantaciones agroindustriales modernas y
enclaves mineros. Con la llegada de la I Guerra Mundial, Perú mercados
internacionales fueron temporalmente interrumpidos y malestar social
intensificado, especialmente en los centros urbanos donde un movimiento obrero
moderno comenzó a tomar forma.
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